Poeta Julio Arturo Valero
















El autor

(Pinarejo, Cuenca, 1912 - Cuenca, 1932).

Terminó la licenciatura en Derecho a una edad temprana pero no ejerció esta profesión, encaminando sus pasos enseguida a la escritura. Comenzó a publicar artículos en el "Boletín Conquense" y en "La Opinión" y dirigió dos números de la Revista "Horizontes". En 1933 apareció publicado póstumamente un breve libro de poesía vanguardista, Campanadas y Piedras

Enfermo de tuberculosis, se refugió en la Dehesa de Santiago un tiempo pero falleció prematuramente en Cuenca, en su casa de la Calle del Peso. 

Federico Muelas lo llamó "el Rimbaud Conquense":

"Julio Arturo Valero Solana, el valor poético más importante que Cuenca ha tenido, dolorosamente desaparecido cuando apenas había cumplido los veinte años. Sus poemas que el bronco ambiente local de entonces recibió con rurales comentarios, significaban en el momento nada menos que una conciencia poética original que por razones misteriosas, más de intuición que de cultura, enlazaban en los últimos "ismos" franceses. Después, aún sin publicar, su presencia, su poética presencia, consiguió dar carácter literario a la vida de Cuenca hasta que la enfermedad le impidió salir a la calle".

(Federico Muelas, "Cuenca en la moderna Poesía". Recogido en Florencio Martínez Ruiz, Poetas en el vientre de la Ballena, Diputación Provincial de Cuenca, 2006)

Respecto a su obra, dice Florencio Martínez Ruiz que fue un "Poeta tan insinuante y sugestivo, deslumbró por su talento y su hipersensibilidad a cuantos le conocieron, prendiendo así mismo en las generaciones posteriores con su resplandor casi sideral, con su insólita y particularísima existencia".

El lugar

La Calle del Peso recibe este nombre porque en ella estuvo situado el Almotacén árabe (aduana o establecimiento que controlaba mercancías y pesos y obligaba a pagar los impuestos correspondientes del comercio efectuado en la ciudad).

Es una de las más peculiares y emblemáticas de la ciudad. Su estrechez y sinuosidad son características del entramado medieval de la ciudad antigua. Accediendo a ella desde la calle Solera da la sensación de que la subida termina abruptamente en las escalinatas que ascienden hasta San Felipe. Igualmente el acceso hacia Andrés de Cabrera se soluciona con un giro abrupto. Sin embargo, hacia la mitad de su breve recorrido, una generosa apertura hacia la plaza e Iglesia de San Andrés, ofrecen una estampa de peculiar belleza y luminosidad.

Es un espacio muy apreciado por las cofradías y publico de la Semana Santa conquense, precisamente por el efecto visual que produce el avance de los pasos a pesar de la estrechez y las curvas del recorrido. Según la página web de la Junta de Cofradías, la Calle del Peso "Marca la anchura total de los pasos procesionales... Es interesante admirar la agilidad del capataz de banceros para tomar las dos curvas de la calle (entrada por la puerta de San Juan, ventana abierta en la ciudad hacia la hoz del Júcar; salida por la calle Solera), haciendo el menor número posible de maniobras".

Lectura

En una casa grande. Con unos
corredores muy largos de sombra.
Y un reloj con las horas de madera...
Yo me figuraba que sólo era de
noche en nuestra casa. Y a la joven
blanca se lo decía.
Pero si me iba al corredor de los
cristales abiertos, los moscardones
salían del azul. Me ponía en la
sombra a jugar con los ojos cerrados.
Me estaba todo el tiempo. Y al abrirlos,
no se había ido mi caballo
de cartón.
Y luego que las nubes se caían
por la chimenea, mi madre
me llamaba a merendar.

(En Florencio Martínez Ruiz, Poetas en el vientre de la Ballena, Diputación Provincial de Cuenca, 2006, p. 175)

Ruta II



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